El día que Pepe Mujica salió en la televisión española
El día que Pepe Mujica salió en la televisión española:

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Por Ana Hurtado

El camino. A veces aparecen coches, las casas bajas se van quedando a los lados, y llega un momento en el que aparece la naturaleza. Las plantas verdes cuyas ramas inundan la pantalla, y que a su vez, nos introducen en un camino aún más pequeño que lleva a una casa.

Una casa como la mayoría de las que hay en Uruguay. Típica del “paisito” como suele conocérsele coloquialmente. Y conforme la cámara va aproximándose al interior, aquel que observa puede ver dos asientos muy viejos, junto a un perro y un gato. Y es allí donde aparece José; Pepe Mujica. Aquel que fuera presidente de su país desde 2010 a 2015. Los cinco años que le dieron nombre a Uruguay en el mapa. Los cinco años que pasarán a la historia.

Este episodio emitido hace poco más de un año en el programa de Salvados, saca a la palestra la cuestión de que hay otras formas de hacer política, otras maneras de tratar al pueblo y que viviendo con menos, se puede llegar a más.

Se trata de un espacio rural. Una casa levantada en mitad de la naturaleza, y rodeada de macetas con hortalizas, herramientas, trastos y animales. Un espacio en el que podría vivir cualquier campesino del país. A pocos kilómetros de la capital, Montevideo.  Y es en mitad de este escenario tan pintoresco donde comienza la conversación entre Pepe y Jordi Évole; el periodista del programa al que ya conocemos por darle voz a causas nobles, o simplemente silenciadas por el poder.

Los movimientos de cámara son básicamente tres: plano general, y plano contra plano de los dos protagonistas de la conversación. La cámara habla. Nos habla de dos amigos que a su vez están hablando. Como cuando entras a un bar o a una cafetería y pones la oreja en la mesa de la gente que está sentada a tu lado. Es un ambiente natural y distendido que invita al espectador a participar de esta charla, como un tercer invitado.

Y comienza la charla: “Es bueno vivir como se piensa, ya que de lo contrario, acabarás pensando en cómo vives” dice Pepe con miradas tímidas hacia la cámara. Con esos ojos peques, rasgados, que parecen los de un anciano entrañable, pero que han visto historias, y la injusticia delante de ellos mismos.

Pepe Mujica fue guerrillero, un “tupamaro” (Movimiento de Liberación nacional Tupamaros), que con el tiempo pasaría a formar parte del Frente Amplio, partido mediante el cual se convirtió en presidente de la República.  Su cuerpo resistió seis balas, fue apresado cuatro veces y pasó un total de quince años de su vida en prisión. Pero su mirada acompaña a sus palabras cuando dice que no se arrepiente. Que sin eso, no sería el hombre que ahora mismo está sentado mirando a la cámara frente a Jordi.

Su discurso es una crítica al consumismo feroz. Deja al espectador una puerta abierta hacia la que es su verdad. Una verdad digna, que pronuncia con la frente alta. Una verdad que es la realidad de muchos seres humanos. Habla de sobriedad, frente a la palabra austeridad que no le gusta ni un pelo. A su juicio, palabra prostituida por Europa.

Jordi, haciendo uso de su perspicacia y buen hacer profesional le dice: “¿sabes lo que se opina por parte de muchos gobiernos europeos de algunos países latinoamericanos como Venezuela?”.  A lo que Pepe le contesta: ¿Y ellos saben lo que nosotros pensamos de Europa? Europa lo que tiene es un haber sido y ya no ser”.  Respuestas que de estar en un auditorio, dejarían al público perplejo, quizás arrancando aplausos del fervor naciente.

EL periodismo que hace Salvados es un periodismo del que pocos quedan hoy en día en la televisión en España. Es uno de los programas élite con diferencia. Ha tratado temas a los que la prensa generalista ha dado la espalda. Ha hecho función de programa propio de televisión pública aún sin serlo. Y gran parte de su personalidad y esencia, se la debe a su presentador, Jordi, un profesional capaz de cuestionar a jueces, reyes, presidentes y banqueros. Y que se sienta a hablar con víctimas de accidentes sin reparación, víctimas de la dictadura franquista, mujeres que no llegan a fin de mes y personas mayores con dependencia.

En mitad del episodio de Pepe, al que no se le puede llamar de otra manera por la condición tan cercana que nos transmite, Jordi sale a recorrer las calles de Montevideo, a preguntar a sus ciudadanos que opinan del presidente. Y como en todas las casas, y en todos los patios de vecinos, hay variedad de opiniones. Desde el hombre joven de izquierdas que le insta a combatir más de frente al capitalismo, a la señora de clase alta que se preocupa porque por primera vez en la vida del país, los pobres han dejado de ser tan pobres. Capaz con miedo de dejar ella de ser un poco menos rica.

Las calles de Montevideo, sus taxistas y sus lugareños que pasean con la matera en la mano. EL Río de la Plata al fondo confundiéndose en el horizonte visto desde la barriada de Pocitos, la casas bajas, los edificios altos, el carro tirado por mulas, la casa de Pepe… un sinfín de escenarios que realmente traducen la esencia de un país que es ejemplo en el mundo de igualdad, de tasa baja de desempleo y que en el año 2013 fue declarado por “The Economist” como el país del año.

Un país el que nos muestra este Salvados que ha quitado la prohibición del aborto, que ha legalizado la marihuana para luchar contra el narcotráfico y que permite a la cabeza de Latinoamérica la unión entre personas del mismo sexo.  Un país que según su presidente, solo tiene en común con España por la creación de su cultura dos cosas: La Iglesia (a la que respeta) y la lengua castellana.

Un Salvados ejemplar, moralizador. Que en cada emisión trae a la sobremesa de las noches dominicales una espina que se nos queda dentro, un nudo en la garganta que tenemos que deshacer. Un Salvados que en esta ocasión nos muestra el país de Galeano, de Benedetti. El país del cual se sabe poco en España. El país del que tanto hablaba la Maga a Horacio y a Gregorovius en sus reuniones en París, en un café, o tras los cristales de una habitación empapada por el frío.